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“Hablar de la Paz es referirse, no sólo a la ausencia de conflictos, sino de aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como de vivir de forma pacífica y unida”.

Es así, que la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha declarado al 21 de septiembre como Día Internacional de la Paz y que está dedicado a fortalecer los ideales de la paz, mediante el respeto de 24 horas de no violencia y alto al fuego. Nuestro mundo necesita la paz más que nunca. Se estableció en 1981 para promover la paz en el mundo.

El lema de este año es: “Acciones para la Paz: nuestra ambición para los #ObjetivosMundiales”, que hace un llamado a la acción, que reconoce nuestra responsabilidad individual y colectiva de promover la paz. El fomento de la paz contribuye a la consecución de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y alcanzar dichos objetivos creará una cultura de paz para todos.

Uno de los programas que Cáritas Ecuador desarrolla en el territorio junto a las comunidades es la CULTURA DE PAZ. Así en Esmeraldas y Manabí, varias comunidades que fueron afectadas por el terremoto ocurrido en 2016 son parte de los Jueces de Paz, una propuesta de Cáritas Ecuador en colaboración con los gobiernos locales, a fin promover la NO violencia, el diálogo constructivo entre las familias y la comunidad y la resolución de conflictos menores, en comunidades donde no existe casi la presencia de la justicia. Los Jueces de Paz son elegidos por las personas que conforman las comunidades y son quienes hacen de mediadores en los conflictos que se pueden suscitar en la comunidad, así como su respectivo seguimiento. Alrededor de 150 Jueces de Paz colaboran en sus comunidades y son quienes han recibido capacitación y apoyo para que puedan entregar su servicio a la comunidad.

El P. José Antonio Maeso, director de Cáritas Esmeraldas, menciona que «alcanzar la paz es el culmen de todas nuestras aspiraciones más aún en nuestro país, Ecuador, en estos momentos de tanta incertidumbre. Para hacerla real entre los países se deben multiplicar los intentos sabiendo que el único camino para la paz es el diálogo. Pero al mismo tiempo vemos que tanto las personas como los grupos no acabamos de arreglar nuestros conflictos. Sabiendo que el conflicto es algo cotidiano en nuestra vida y si aprendemos a gestionarlo será una fuente de desarrollo humano social, integral y solidario, de otra manera puede escalarse a la violencia”.

La educación es un camino esencial, para promover la paz, desde las dimensiones: “formal, no formal e informal, a través de metodologías que promuevan el cambio integral de las personas, no solo por la vía intelectual, sino educando nuestra inteligencia emocional y desprendiendo modelos históricos generadores de todo tipo de violencia”.

El programa Tesoro de Pazita, es una de las herramientas lúdicas de juegos y actividades que se aplica en el área de prevención y provención de la violencia, y de la educación para la paz, menciona el P. José, quien destaca que debe haber “cambio de paradigmas de la competición a la cooperación, de lo intelectual y discursivo a lo integral y holístico, lo que exige desaprender muchos paradigmas machistas, adultocéntricos, europeo centristas, clasistas entre algunos otros.  A veces solo podemos mitigar el daño. Nos toca sembrar y quizás a otros recoger sabiendo que debemos educar para la vida y la plenitud. Debemos empezar con la educación para la paz”.

La paz se la debe buscar de forma contínua, aprender a llegar a acuerdos, trabajar en equidad e igualdad por la justicia social y poner límites a la ambición de poder, enfatiza el P. José quien finaliza “que se debe restablecer el tejido social desde abajo hacia arriba y debe ser apoyado por planes pastorales y políticas sociales que los impulsen”.

La Congregación Religiosa Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, que forma parte del proyecto “Plenitud de Vida” coordinado por  Cáritas Ecuador, también tiene el compromiso de trabajar por la justicia y la paz como lo establece el numeral seis de sus estatus de la organización, “que promueve el apostolado de la reconciliación en procura de la paz en un mundo perturbado por el pecado y el conflicto. Nuestro testimonio a favor de la paz exige un discernimiento a la luz de las directrices de la Iglesia y en el marco de nuestro carisma”, manifiesta Rolando Alvarado, coordinador de comunicación de la comunidad.

Para la congregación es importante y valioso, promover la paz desde diversos espacios, a través del reconocimiento del otro como similar y en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y obligaciones, señala Rolando, quien afirma que en base a “programas de concientización como por ejemplo del club de niñas para niñas, donde identificamos la igualdad de género en una primera etapa y luego la incorporación de género, reconociéndonos como pares. También fomentamos la paz a través de campañas que promueven la no violencia contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes, todo lo anterior de cara al trabajo infantil, la extrema pobreza y la migración, la vulneración de los derechos, con base en la dignidad humana, el empoderamiento y protagonismo de cambios estructurales significativos”.

La Congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, “promueve la justicia social y la reconciliación, superando las divisiones y desigualdades en las que viven la mayoría de las personas, tenemos la responsabilidad de desarrollar en nosotros y en la sociedad, el interés por la justicia en el mundo, que nos exige una revisión de nuestras actitudes, actividades apostólicas y, la manera de relacionarnos con los demás. Porque solo con la igualdad y la justicia, florecerá la paz que anhelamos, la paz que fomenta la tranquilidad, la felicidad y la seguridad de heredar en el mediano y largo plazo un mejor estilo de vida para nuestras próximas generaciones”, finaliza Rolando.

“La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra. La Iglesia, en efecto, es en Cristo “sacramento”, es decir signo e instrumento de paz en el mundo y para el mundo”. San Juan Pablo II

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