La presencia de la Iglesia en las jurisdicciones de Manabí y Esmeraldas tras los sucesos del pasado 16 abril sigue vigente. La permanencia antes, durante y después del terremoto se mantiene a través de las diferentes actividades que se desarrollan con las comunidades tanto en el campo como en la ciudad.
Marianita Carrera, de la Pastoral Social Cáritas Ecuador, quien mantiene un acercamiento directo con las familias en esos territorios, asegura que la acción evangelizadora se transforma en acompañamiento, en proximidad y en ese eje transversal de mirar a la persona como ese ser humano amado y querido por el buen Dios.
Al estar en contacto con la población se puede mirar rostros de angustia, de nostalgia, y de necesidad. Pero hay rostros de esperanza que se han reinstalado en un nuevo modelo de vida donde ellas y ellos pueden generar capacidades para desarrollar varias acciones, y que la iglesia a través de Cáritas con el área de emergencia lo está haciendo, por lo que “la esperanza está ahí nadie le has robado la esperanza”, dice Marianita Carrera.
Uno de los lugares más afectados fue la parroquia Chamanga en la provincia de Esmeraldas, ahí, poco a poco se ve como la comunidad se levanta, se mira la reconstrucción de viviendas, movimiento y dinamismo en sus pobladores.
“Hay una iglesia viva que no espera sino que trabaja y ver esa ilusión de marcar ese principio de generosidad de volver hacer, es algo que sellan dos cosas: tengo que dejar lo que paso mi historia anterior y empezar con una nueva historia, marca algo concreto de Jesús: que resucita que nos da un nuevo día, una tierra nueva, en ese sentido la iglesia está viva con todos los rostros”.
En Manabí también se ven rostros de alegría se seguir adelante a pesar de los inconvenientes que se presente, aquí la labor de la Iglesia es estar con el otro, con el prójimo. El apoyo psicosocial desde la evangelización ha permitido que las personas sigan levantándose.
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