Luis Bolla Sartori (Italia 1932 – Lima 2013) trabajó casi toda su vida en la Selva, coexistiendo con comunidades nativas achuar, huambisa, candoshi y quechuas asentadas en territorio amazónico peruano-ecuatoriano. Por este misionero salesiano nacido en Italia, Jesús habla en lengua achuar y el Evangelio es leído y vivido por los aints, –descendientes directos de los jíbaros–. Sus hermanas/os indígenas lo llamaron Yankuam Jintia, que significa Camino, Camino del crepúsculo, Luz del crepúsculo y Estrella Venus en achuar).
Para Yankuam fue una prioridad aprender a hablar achuar; lo logró en 1954, en el internado salesiano. En 1971 hizo a sus superiores la insólita petición: “vivir entre los indígenas, no como un misionero común, sino como uno más entre ellas y ellos”.
Renunciando a cualquier tipo de ayuda económica de la Iglesia, el P. Luis comenzó a vivir en la Selva como misionero itinerante: “No tomar nunca su territorio” era su lema de acercamiento, marcando así una nueva forma de evangelizar, mucho más dura, pero más cercana al espíritu de las comunidades nativas.
Así, el P. Luis se convirtió en un misionero andariego. Caminaba hasta cuatro días seguidos para ir de una comunidad a otra, tratando de mermar la hostilidad tribal que reinaba desde los 50s y 60s, siempre predicando el Evangelio. “Comencé a vestir sus ropas, a vivir en sus casas y a alimentarme como ellos. Nunca más compré más comida”.
La acción evangélica del P. Luis logra apaciguar las luchas tribales y comienza a organizar a más de 25 comunidades en el departamento de Loreto, que habitan las riveras del Marañón, el Morona y el Pastaza. Yancuam comienza a enseñar a leer y escribir a estas comunidades. Cada vez conoce mejor su lengua, y comienza a traducir los Evangelios. Y el Evangelio se hace carne y vive entre los nativos de la Selva. Jesús está contento, misión cumplida.
Este misionero andariego nos deja ricas enseñanzas para defender nuestra Casa Común. Ya dijimos que Yankuam nos presenta una misión no territorial y nómada, anclada en la cultura –costumbres, vestir, el convivir– y que asume la lengua para que el Evangelio tenga contexto comunitario y territorial. La interculturalidad también tiene que ser espiritual.
Su misión ve en la educación una urgencia, pero respetando la cultura ancestral, la riqueza espiritual nativa, conservando esa relación armónica entre la naturaleza y el ser humano. La misión de Yankuam es sencilla, itinerante, humana. Caminando, hace camino, luz y acción, y su andar va dejando unión y organización entre las comunidades.
Con la gente, levanta escuela y colegio, pero el Estado no apoya enviando docentes. No importa, la autogestión comunitaria suple las necesidades educativas. El P. Bolla comprende los problemas docentes de niñas y niños que hablan achuar y les dictan palabras para que las escriban en castellano, pues hay pocos docentes bilingües que conozcan las dificultades particulares de un aprendizaje lecto-escritor.
Yankuam se resiste a la aculturación, hay que conservar costumbres, cosmovisión, cultura, lengua. Hay que conservar la Casa Común, hay que organizarse para resistir los embates de la deforestación y la minería ilegal. Hay que defender la vida de comunidades cada vez más vulnerables, respetar su territorio y su cultura ancestral. La defensa comienza cuando se forma un colectivo humano nativo que defiende sus derechos y los derechos de la naturaleza.
Terminamos esta pequeña reseña del misionero contando otra faceta de él. Hay cuatro libros suyos publicados por los salesianos: un Diccionario Achuar-Español. Otro libro está dedicado a la zoología, la ictiología y la botánica (animales terrestres y anfibios, peces y plantas de nuestra Selva amazónica).
Fiel a su vocación humana y trascendental, dedicó otro volumen a sus estudios de antropología, etnología e historia del pueblo achuar, y una selección de cantos nativos. Su cuarto libro es un estudio más específico de los achuar que descienden de los jíbaros, y conviven organizados en tres ramas: los chuar en tierra ecuatoriana; los wambis y aguarunas en zona peruana, y los achuar que habitan territorios de Perú y Ecuador. Acaba de ser lanzado su quinto libro, del que tomamos el título de esta nota: “Yo me llamo Yankuam”.
Este hombre, que un día cuando niño soñó con trabajan entre indígenas, cumplió su sueño entre nosotras y nosotros, dejándonos su luz en el crepúsculo. Gracias por mostrarnos un camino, Yankuam.
Write a comment: