A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Así comienza el Génesis, y es en el agua en donde se mueve el Espíritu de Dios.
La vida humana depende del agua; solo el 2.5% del agua que existe en el planeta es dulce, y mucha de ella está contaminada. La Iglesia tiene una visión y una misión propia del agua y de la vida en la Tierra, inspirada en varias fuentes: en los Libros Sagrados, en el compromiso ecológico de la Doctrina Social de la Iglesia y en el papel de custodios actuantes que nos pide asumir el Papa Francisco.
Para el Padre Caravias, biblista popular y sacerdote comprometido con la tierra y los campesinos, la Iglesia acompaña las luchas que defienden la vida. Cristo mediante quienes lo siguen con fe, a través de esas comunidades que luchan. Cuando se avanza comunitariamente, se es Cristo. Esa es la esperanza y el aliento. La fe es hacer posible lo imposible, y esta lucha hay que seguirla a delante con mucha gente.
Los Obispos bolivianos, en su Carta Pastoral de Cochabamba 2003, consideran que el agua es “fuente de vida y don para todos”; lo ratifica el CELAM y su Documento de Aparecida, condenando su privatización y advirtiendo sobre el evidente calentamiento global. La Red Eclesial Pan Amazónica (REPAM) lucha por conservar el agua dulce de la cuenca de nuestro gran río, custodiando dos ríos: el gran Amazonas y su red de afluentes, y el río que hay en el cielo, el caudal de nubes y neblina que se condensa sobre la selva.
La humanidad tiene problemas de agua: 4.000 niñas/os mueren diariamente por diarrea. El 50% de la población en desarrollo (2.600 millones de personas) no tienen acceso directo a instalaciones básicas de saneamiento. El 44% de las mujeres rurales africanas emplean más de media hora en recolectar un solo cubo de agua para toda su familia. Más de 400 millones de estudiantes sufren retardo escolar por enfermedades parasitarias.
La repartición del agua es inequitativa: el 20% de la población consume más del 80% del agua potable disponible. Estudios objetivos calculan que 56 países sufren hoy déficit de agua y hay 800 millones de personas carentes de agua dulce.
Ecuador es un país con un buen manejo del agua para uso doméstico. El INEC 2012 informa que el 72% de las viviendas particulares recibe agua de la red pública; el 11,5% lo hace de un pozo, al 9,7% le llega de un río; el porcentaje restante adquiere el agua de carros repartidores y de la lluvia. Actualmente existen problemas de cobertura sobre todo en zonas rurales y en la Costa.
Además, hay una baja recuperación de costos y un alto nivel de dependencia en las transferencias financieras de los gobiernos nacionales y provinciales. Según la Constitución, toda la responsabilidad del suministro de agua recae en los gobiernos municipales.
Son mínimos los programas de recuperación de aguas en Ecuador, Cuenca es un ejemplo de buena recuperación. En Ecuador prácticamente no existe diferencia entre agua tratada y agua potable, tanto que lavamos autos y regamos plantas ornamentales con agua potable.
El 70% del agua dulce del país es empleada en la agricultura. El principal problema es la contaminación de los ríos utilizados para el riego: estamos viviendo un “estrés hídrico” causado por la contaminación que proviene de la extracción petrolera, la minería artesanal e informal, la agricultura y las aguas servidas.
Como ríos en peligro de extinción se han reconocido al Guayas, Esmeraldas, Machángara y Guayllabamba. El P. Teodoro Delgado, asesor del área de ecoteología y responsable del eje de Consolidación de la Red de Ecoteología para la PSCE, denuncia en el Azuay “… la muerte de los ríos Siete y Chico, y la lenta e irreversible agonía del Gala y el Pijití. Los proyectos mega-mineros continúan su acción en esta provincia y en la de Zamora Chinchipe”.
La politización del agua es mundial y, en Ecuador, son las organizaciones indígenas y campesinas las que luchan por su derecho al agua. El 6 de agosto del año pasado se aprobó la Ley de Recursos Hídricos Usos y Aprovechamiento del Agua. Esta Ley de Aguas garantiza el derecho de todas y todos al agua, y prohíbe a privatizarla. Pero para Jorge Herrera, presidente de la CONAIE, “… la ley de Aguas y la Ley de Tierras son tramposas. El gobierno impide que expresemos nuestro punto de vista”.
Hay más de tres organizaciones indígenas nacionales alineadas en la posición de la CONAIE sobre el agua de riego. “El agua para nosotros es la sangre, pero se impone la ley del agro-negocio del gobierno. Queremos la redistribución del agua, que se democratice, que haya un consejo plurinacional e intercultural. Ahora hay una sola autoridad del agua, y no hay tal estado plurinacional. Por eso seguimos luchando. Los asambleístas no responden nuestros planteamientos, y la Ley de Aguas nos servirá de nada”, afirma Herrera.
Juan José Flórez vive y siembra en un terreno invadido sobre la orilla oriental de la quebrada Monjas. Él sabe que las aguas que emplea para regar la alfalfa de los cuyes y el maíz están altamente contaminadas. “No tengo dónde más ir a vivir y sembrar. Aquí hay agua de sobra, y las plantas crecen. En otro sitio, me cobrarían y no tengo de dónde. Le agradezco a Diosito por esta agua, aunque esté cochina: de ella vivimos yo y mi familia”.
Fabián Andrango, presidente de la Junta de Aguas de Tabacundo que abarca a 23 comunidades de la zona, se refiere al agua: “El sueño de tener un nuevo canal de riego Cayambe Pedro Moncayo ha sido una aspiración de la comunidad. Las organizaciones que han participado en la construcción del nuevo canal son: La Unión de Organizaciones Populares de Ayora-Cayambe (UNOPAC); Turucta, en Tupigachi; Tabacundo y la Junta de Agua La Esperanza. Esta obra favorecerá a más usuarios de Tocachi y Malchiunguí. Andrango insiste en que la distribución del agua esté en manos de las organizaciones comunitarias, ya que tienen experiencia y han sabido custodiar el páramo, colchón de agua que da vida”.
Domingo Paredes estuvo al frente de la Secretaría del Agua por dos años, durante el actual gobierno. “Somos privilegiados y no hemos carecido de este recurso, pero lo desperdiciamos. Hay que institucionalizar la política sobre del agua. Heredamos una pésima cultura del agua, contaminando fuentes y ríos. Teníamos una Ley de Aguas de hace 42 años, cuando la situación era diferente.
Ahora se pelean el agua entre las mismas comunidades, sacando provecho gente con dinero que se apropia del recurso impidiendo su paso. Ahora es el páramo, fuente de agua, el que se destruye para dar paso a la agricultura y la ganadería. La actual Ley de Aguas no se cumple”.
Paredes cree en el desarrollo sostenible, pues el ser humano depende de la naturaleza. Para él la postura del Papa Francisco es muy decidora, “… encarna una postura anti-poder, anti-riqueza y en eso es un líder que forma conciencia. Él es ejemplo de humildad y lucha”.
María José Muñós de Sotaminga, ama de casa y residente en Caspigasí –una invasión, entre Mitad del Mundo y Calacalí–, agradece el agua entubada que le sirve para la casa y “…también para regar el maisito, porque yo soy campesina, de Los Ríos, y necesito ver crecer algo a mi lado; habiendo agua, pues siembro y recojo hortalizas y maíz para mi familia. Gracias a Dios aquí tengo agua de sobra, allá no tenía ni para bañarnos. Ésta, para mí, es pura agua bendita”. A María José le llega una factura mensual de $ 4.oo a $ 5.oo por el agua que reciben ella y su familia y, aunque no tiene contador, asegura que la cuida porque sabe qué es no tener agua.
La Iglesia acompaña a quienes defienden su derecho a una fuente de vida y don para todos. Benjamín Macas, responsable de la iniciativa que apoya a comunidades que cuidan y defienden el agua en la zona sur, de Cáritas Ecuador, se basa en el la inspiración del P. Teodoro Delgado: “El agua es obra de Dios. Nosotros somos agua que siente, piensa y espera, y si no nos cuidamos, seremos sed y desierto”. Partiendo de esta premisa, Macas explica que la labor de la Iglesia es asumir la responsabilidad de cuidar el agua sensibilizando, capacitando y actuando en su cuidado, defendiéndola.
Según Benjamín Macas, “… la comunidad planifica la recuperación de su bosque movilizándose porque tomó conciencia. Participamos activamente en los conflictos socio-ambientales y defendiendo su derecho al agua, incidiendo políticamente. En la provincia de Loja hay proyectos mineros contaminantes, desde la pequeña minería hasta la mega-extracción. El Azuay ha entrado en proyectos de minería a gran escala, en los páramos, que son fuentes de agua; las comunidades ya están comenzando a movilizarse”.
Luis Carlos Intriago vive con su familia en el páramo de Yunguilla. Le sobra el agua, pero guarda profundo respeto por ella: “Si no tuviera agua, no habría ni maíz, ni cebolla, ni col ni agua para las dos vaquitas y los chanchos. En verano, tengo recogida agua en un pozo, y nunca me falta. El agua es lo que me da la comida, el agua es vida. Y mi agua es gratis, la tomo de la bajada de la montaña, me la da Dios y yo la cuido, porque viví siete años en Balzar; al lado pasa el Daule, pero había que pagarla, y era mínima: si hacía verano, se me secaba la cosechita”.
Como Pastoral Social Cáritas Ecuador, hemos expuesto diversos puntos de vista sobre el agua, incluyendo el nuestro. El recurso vital es “fuente de vida y don para todos”. Asumimos su defensa y acompañamos a quienes reclamen su derecho a ella. Vivimos un momento especial, con el Papa Francisco a la cabeza de la defensa de la vida.
Nuestro compromiso como cristianos es cuidar el agua, no despilfarrarla y no contaminarla. En el agro, acompañamos a las comunidades en su lucha por el agua. Damos capacitación dentro de un enfoque de desarrollo humano integral y solidario (DHIS).
Eclesialmente, la REPAM toma fuerza y junta voluntades de la región en torno a la responsabilidad frente a la creación y las generaciones futuras, sobre el agua y su cuidado, defendiendo la cuenca amazónica asediada por la deforestación, la agro-industria, la minería regular e irregular –a pequeña y gran escala–, y la extracción petrolera.
Estos factores causan la contaminación que amenaza al recurso hídrico, a la vida natural y a las comunidades amazónicas que durante siglos han sido las guardianas de la selva. Acompañamos y apoyamos a quienes luchan por el agua, pues es nuestro deber pastoral.
Finalizamos este acercamiento al problema del agua siendo, desde la ciudad, agentes de cambio: ahorremos agua. A continuación damos algunos de los consejos más útiles para manejar con conciencia y responsabilidad generacional este don para todas y todos.
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Si te han interesado estos consejos, pronto encontrarás en nuestra web más tips para continuar custodiando la creación.
Asumamos nuestro papel con responsabilidad. Seamos coherentes con el cristianismo que profesamos y asentemos la fe en una brigada urgente: conservar y defender el agua, don divino y bien para todas y todos. Así andaremos juntos, recorriendo el camino del agua, caminando con ella, sobre ella, con la fe que Jesús nos ha heredado.
Imágenes vía es.dreamstime.com, www.dgcs.unam.mx y Wikipedia.
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