(Quito, 22/10/2013) A defender la vida, todos los 21, desde hace 6 años
¿Fe inquebrantable? ¿Valentía? ¿Compromiso? ¿Voluntad? Sea lo que sea, acompañar a Txarly Azcona, hermano capuchino, a la Iglesia de San Francisco y luego a la Plaza Grande, conmueve y entusiasma. Desde hace 6 años, los 21 de cada mes Txarly, junto con otros misioneros capuchinos y amigos, se reúnen para defender la vida.
Las consignas salen del megáfono impulsadas por la fuerza de su voz: “La selva no se vende, la selva se defiende”; “fluye el petróleo, sangra la selva”; “no queremos inversión, si es para la destrucción”; “defendiendo la vida con Alejandro e Inés”, “Sr. Presidente: los tagaeri y taromenani existen y quieren vivir”… son consignas que impulsan a gritar por la vida, por la selva, por los pueblos que en ella habitan.
En el atrio de San Francisco escuchamos las novedades que Txarly y Jeannete Molina (Hna. misionera de los Sagrados Corazones de Jesús y María) que cuentan lo que está pasando ahora en la Amazonía. Ellos han acompañado desde más de un siglo a los pueblos que habitan esta zona.
Parece seguro hablar contra la explotación petrolera y maderera, pero al dirigirse a la Plaza Grande los ‘caminantes’ se encuentran con policías, hombres y mujeres, armados y con escudos, a las afueras del Palacio de Gobierno.
Las consignas arrecian. Txarly alienta a gritar más fuerte y su ejemplo embarga. Los defensores de la vida están cercados por una reja de propagandas dicen: “Yasuní: 99% intacto (solo el 1 x 1000 será tocado)”.
Hace como seis años, cuando los capuchinos comenzaban estas jornadas de denuncia y oración por la vida, el Presidente los recibió y habló con ellos. Aseguró estar comprometido con la defensa de la vida, y ellos, los capuchinos, se comprometieron a seguir yendo a Palacio mientras continúen las violaciones a los derechos humanos. Los capuchinos han cumplido…