El pasado 2 de diciembre de 2023, el Papa Francisco envío una carta con su discurso a la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28) que se está desarrollando en Dubái.
En su carta hace un llamado casi como una súplica a las autoridades mundiales, a los tomadores de decisiones y a los empresarios a tomar medidas urgentes y radicales para frenar el deterioro ambiental.
“Lamento no poder estar reunido personalmente con ustedes, como hubiera querido, pero me hago presente porque la hora es apremiante. Me hago presente porque, ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que escojamos. Me hago presente porque la devastación de la creación es una ofensa a Dios, un pecado no sólo personal sino estructural que repercute en el ser humano, sobre todo en los más débiles; un grave peligro que pende sobre cada uno y que amenaza con desencadenar un conflicto entre generaciones”.
Así empezó el discurso enviado por el Papa Francisco a la Cumbre Mundial sobre Acción Climática que se celebra bajo el amparo de la Organización de las Naciones Unidas del 30 de noviembre la 12 de diciembre en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).
Debido a los consejos de los médicos por su estado de salud, el Papa Francisco, no pudo participar en la COP 28, por lo que el discurso del sumo pontífice, fue leído el sábado 2 de diciembre por el secretario de Estado de su Santidad, el cardenal Pietro Parolin ante el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y una audiencia de más de 200 jefes de Estado, representantes de gobiernos y expertos internacionales en la sala Expo City de Dubái.
“Señoras y señores, permítanme que, en nombre de la casa común donde vivimos, me dirija a ustedes, como a hermanos y hermanas, para preguntarles: ¿Cuál es el camino para salir de esto? Es el que ustedes están recorriendo en estos días: un camino conjunto, el multilateralismo. En efecto, «el mundo se vuelve tan multipolar y a la vez tan complejo que se requiere un marco diferente de cooperación efectiva. No basta pensar en los equilibrios de poder […]. Se trata de establecer reglas globales y eficientes» (Laudate Deum, 42). En tal sentido, causa preocupación que el calentamiento del planeta esté acompañado por un enfriamiento del multilateralismo, por una creciente desconfianza en la Comunidad internacional, por una pérdida de la «conciencia común de ser […] una familia de naciones» (S. Juan Pablo II, Discurso a la quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 octubre 1995, 14). Es esencial reconstruir la confianza, fundamento del multilateralismo.
“Por favor, vayamos hacia adelante, no para atrás. Es notorio que varios acuerdos y compromisos asumidos «han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos» (Laudato si’, 167). Se trata aquí de no aplazar más, no sólo de desear sino de realizar el bien de vuestros hijos, de vuestros ciudadanos, de vuestros países, de nuestro mundo. Sean ustedes artífices de una política que dé respuestas concretas y unificadas, demostrando de este modo la nobleza de la responsabilidad que revisten y la dignidad del servicio que prestan. Porque para eso está el poder, para servir. No tiene ningún sentido preservar hoy una autoridad que mañana será recordada por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario (cf. ibíd., 57). La historia se los agradecerá. Y también las sociedades en las que viven que, en su interior, se encuentran nefastamente divididas en “bandos”: catastrofistas o indiferentes, ambientalistas radicales o negacionistas climáticos. Es inútil que nos adentremos en estas formaciones; en este caso, como en la causa de la paz, no llevan a ninguna solución. El remedio es la buena política: si un ejemplo de concreción y cohesión viene del vértice, beneficiará a las bases, donde tantos, sobre todo jóvenes, ya están comprometidos con la promoción del cuidado de la casa común.
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