Diversas acciones sociales se plasman en el servicio desde diferentes frentes, es una tarea que se cumple en varios espacios de la Iglesia. Conversamos con la hermana Etel Ibáñez, quien está al frente del asilo de ancianos León Rúales, de la Diócesis de Ibarra. Acompáñanos a conocer su trayectoria y su testimonio de vida.
La Hna. Etel Ibáñez, es coordinadora del Asilo de Ancianos León Rúales y forma parte de la congregación de la familia religiosa Hijas de la Inmaculada Concepción de la Caridad de origen argentino. La misión la trajo a Ecuador y han pasado más de dos décadas de vivir en la ciudad blanca. El asilo es una de las obras sociales apoyadas por Cáritas Ibarra, quienes acompañan y apoyan constantemente su gestión. Actualmente son 50 ancianos quienes son atendidos por un grupo de enfermeras, trabajadoras sociales, personal de limpieza y psicólogos. Muchos de los ancianos fueron abandonados por sus familias, otros nunca conocieron a sus familiares, son personas que están solas en este mundo y que necesitan mucho cuidado ya que la mayoría de ellos sobrepasa los 80 años.
Bienvenida hermana, ¿Cuál ha sido su experiencia en esta acción social frente al asilo de ancianos?
La mejor experiencia, la valija llena de las mejores anécdotas, es el escuchar a los ancianos, dialogar con ellos, conocer sus gestos, cada una de sus manos curtidas por el trabajo, de cada una de esas arrugas en su piel que hablan de la experiencia, del servicio y de la calidad de personas que son ellos.
¿Qué nos dicen las manos de los ancianitos, qué nos puede comentar?
Esas manos nos hablan de un desgaste por la vida, de un desgaste de amor y entrega a sus hijos, a su familia o de aquellos con quienes han convivido.
Hermana Etel, ¿qué le motivó para escoger el camino de la vida religiosa?
Cuando doy mi testimonio, siempre empiezo con esta frase de San Agustín «tarde te amé». Mi vocación fue tardía, pasado los 27 años abrace la vida religiosa, hice mi vida profesional, mi vida académica y después abrace la vida religiosa. Allá en mi tierra en la provincia de Salta en Argentina, gracias a un sacerdote que había llegado a mi pueblo me dijo que tenía carisma para el servicio. Ahí empezó las relaciones con las religiosas y el acercamiento, gracias a Dios el primer contacto fue con la congregación Familia Religiosa actual, las conocí y me quedé con ellas hasta la actualidad. El servicio es dar, sin recibir nada a cambio.
¿Extraña su tierra? ¿Cómo es la provincia de Salta?
Es igualita a Imbabura en el relieve, el clima se parece, nos une la cadena de los andes,
tenemos una cultura muy parecida. En Salta los cerros nos abrazan, mientras que acá
estoy rodeada de lagos. ¿Qué se extraña de la tierra? se pregunta la hermana Etel; se
extraña a las personas, pero ahora con la inmediatez de la comunicación nos permite estar
en contacto con ellos.
¿Qué tiempo de religiosa lleva?
Ya llevo más de 22 años. Se nace con la vocación, hay algunos quienes nos descubren, nos pulen como el diamante, personas que lo van descubriendo, se va puliendo y se va fundiendo cada vez más.
¿Qué se necesita para tener vocación, hay alguna receta?
Yo creo que esta pandemia tiene que dejarnos esa enseñanza de la fragilidad de la vida. ¿Qué hice yo por ella? ¿en qué he gastado mi vida? ¿Qué es lo que hice? ¿Por qué me van a recordar? Me van a recordar por lo que he
dado, y ¿qué es lo que puedo dar? A veces no tengo nada más que mi tiempo para dar, y eso es lo que tengo que dar, dar mi tiempo escuchar y estar para los demás.
Su mensaje final para nuestros seguidores…
Cuando empezamos esta entrevista, bendecía este país, porque gracias a Dios no están intoxicados, no tienen esa intoxicación de los países que progresan de los industrializados. Mantengan esa humildad y sencillez de la gente del campo, de la gente humilde, sufrida, lo mejor que me llevo de ustedes es la candidez y don de gente que tienen.
1 Comment
Carlos daniĺo lara
18/06/2021
Sencilla y precisa Etel, como siempre! Desde Salta Argentina, gracias por traernos sus palabras por este medio. Dios los cuide y sirva para que surgan muchas y santas vocaciones.
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