La historia de la humanidad da cuenta de que el ser humano por su naturaleza, se ha movilizado y ha buscado la posibilidad de trasladarse a otros lugares en busca de bienestar y para vivir mejor. Se han desplazado, asentado y adaptado.
Sin embargo, a lo largo del tiempo, los procesos de migración han ido cambiando, una de ellas son las migraciones forzadas, donde las personas que emigran lo hacen para escapar de la persecución, la represión, de conflictos armados, de desastres naturales u otras situaciones que ponen en peligro su existencia, su libertad o su forma de vida.
Desde los inicios de la humanidad, los seres humanos migran por motivos socio-económicos, de violencia, de guerra y desastres naturales las mismas que conllevan a que se generen miles de migraciones forzadas en el mundo.
La migración forzada
La condición de migrante forzado tiene dos connotaciones dentro de la legislación internacional: por un lado, están los refugiados, hombres y mujeres que se ven forzados a buscar protección fuera de su país de origen, como resultado de un temor fundado de persecución por motivos políticos, huir de las guerras y de la violencia en sus comunidades. Y de otro lado están las personas en situación de desplazamiento forzado interno, quienes han tenido que huir de su lugar de residencia y migrar dentro del territorio nacional, porque su vida se encuentra en peligro producto de un conflicto armado y violación de los derechos humanos.
En estos tiempos de pandemia la situación de la población migrante se ha visto perjudicada en varios aspectos, ahora las migraciones forzadas generan tragedias y esa realidad histórica dolorosa sigue afectando a la población refugiada y migrante, menciona Fernando López, director del Servicio Jesuita a Refugiados Ecuador, quien asegura «Venimos cargando históricamente, ciclos de generación de desplazamiento forzado, de poblaciones que salen dejando sus proyectos y condiciones de vida, amenazados por las guerras, el hambre y los gobiernos que se siguen equivocando en el manejo de este mundo, eso es lo que pienso. Ahora particularmente en Ecuador, la condición de vida del migrante es vulnerable, en estos meses de emergencia sanitaria, dejaron de generar recursos y se convierte en población de calle».
Ecuador, por décadas, ha sido país receptor de diversos rostros de la movilidad humana que en su mayoría provienen de: Venezuela, Colombia, Perú y Estados Unidos e históricamente es un país de origen, como de tránsito, destino y retorno de personas, en situación de movilidad humana, que acoge a miles de personas de diversas nacionalidades y es el primer país de acogida de personas refugiadas en América Latina y el Caribe.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de Ecuador, el mayor flujo de población migrante proviene de Venezuela y han ingresado cerca de un millón y medio de personas y permanecido según la ONU, al menos 300.00 con una tendencia a llegar 500 hacia finales de 2019. La crisis económica, el no acceder a servicios básicos como la salud, la alimentación, la educación ha obligado a hombres y mujeres a salir de Venezuela.
La Red Clamor capítulo Venezuela, da cuenta que más de 5 millones de personas han huido de la crisis humanitaria que azota a Venezuela. 1, 6 millones están en Colombia, 863.000 Perú, 385.000 Ecuador, 371.200 chile, 224.100 Brasil, 94.600 Panamá, 71.500 México, 28.700 Costa Rica, 145.000 Argentina, 13.700 Uruguay y 3.800 Paraguay.
La crisis económica por la que atraviesa Venezuela, ha obligado a hombres y mujeres a la migración forzada, así como también por las graves dificultades que van teniendo de poder alcanzar necesidades humanas elementales, como: la salud, la alimentación y la educación. Así mismo grupo de población venezolana como colombiana, han salido forzosamente de sus países, debido a las amenazas contra su vida y su integridad, producto de violencia generalizada o persecución política.
La pandemia y la migración
Desde Cáritas Ecuador, específicamente desde el Área de Movilidad Humana, el viaje que ha emprendido es el de acompañar a los grupos más vulnerables, entre ellos: migrantes, refugiados, desplazados forzados y víctimas de trata de personas. La situación de estas personas suele estar acompañada de vulneración de sus derechos, discriminación y rechazo por parte de las poblaciones de acogida.
Frente a ello, la labor de Cáritas, no ha cesado ni un solo instante, y, desde que inició la pandemia por la COVID-19, se ha entregado ayuda inmediata a la población más vulnerable, como son las familias migrantes, quienes día a día se desplazan en busca de nuevas oportunidades de vida, llevando en sus maletas miedo, angustia, tristeza, dolor, pero siempre con la esperanza de encontrar días mejores para apoyar a sus familias y que sus hijos tengan oportunidades, para que puedan crecer con lo básico, lo necesario, y que en sus países no pueden acceder por la situación política, económica y social que viven.
La llegada de la pandemia de la Covid-19, evidenció muchas realidades y desigualdades, donde las principales víctimas han sido los más pobres, precarizando sus condiciones en todos los aspectos. Si antes de la pandemia la situación de los migrantes y refugiados estaba condenada a la desigualdad y exclusión, hoy en día enfrentan escenarios adversos, más complicados y difíciles, ya que mundialmente la crisis económica los ubica en condición de extrema vulnerabilidad, dificultando aún más el acceso a empleo, salud, educación e incluso alimentación e higiene, necesidades básicas de todo ser humano, y aunque es difícil creer, miles de personas en todo el mundo no pueden acceder a ellas por falta de recursos.
Debido a estas situaciones complejas y difíciles, el trabajo de los equipos de movilidad humana de Cáritas Ecuador, desplegados en: Cuenca, Machala, Manta, Coca, Sucumbíos, Quito, Ibarra y Tulcán, no descansa. Las principales acciones que ha desarrollado la pastoral de movilidad humana en los territorios mencionados, está enfocado en atención humanitaria, viabilizando la entrega de: kits alimenticios, de higiene, alojamientos temporales y financiamiento para arriendos permanentes. También se ha realizado un acompañamiento más cercano en atención y acompañamiento jurídico- psico-social. En total se ha acompañado a 9.665 familias entre migrantes y refugiaos.
Los equipos de trabajo de Cáritas Tulcán e Ibarra, por estar localizados en la frontera norte y ser ciudades de tránsito y paso, proporcionan los servicios de asistencia humanitaria a la población migrante, que viene caminando desde otros países como: Chile, Perú y también del interior del país. Las decenas de familias que llegan a la frontera son asistidas y reciben kit de alimentos y artículos de higiene, así como también la escucha y el compartir de sentimientos, experiencias, vivencias.
Frente a esta situación, existen diversas historias de vida y testimonios de miles de personas migrantes que dejaron su tierra, familia, amigos y que llegaron a un país desconocido donde encontraron en algunos casos acogida y en otros discriminación. Ellas y ellos no pierden sus ganas de vivir, tienen sueños y no pierden la esperanza de nuevas oportunidades de vida.
«Me fui de Venezuela porque el sueldo de un mes solo me alcanzaba para una harina pan y medio kilo de queso. Me cansé de pasar hambre y sobre todo de escuchar llorar a mis hijos cuando llegaba la noche y no habían comido. Ya no podía enviarlos a la escuela. Por eso me fui y dejé a mis chamos con su abuela. Ya había conseguido un trabajito en un restaurante y logré alquilar una pieza, pero por lo del coronavirus volví a quedar sin trabajo y en la calle. Quiero regresar a Venezuela, pero no he podido».
«Me encuentro viviendo en Ecuador hace un año y medio, tengo una niña de cuatro años y estoy con un embarazo de alto riesgo. Durante la emergencia sanitaria mi mayor miedo fue llegar a quedarme fuera de una casa, sin un techo principalmente por mi niña pequeña. La situación de los arriendos se puso complicada, pero gracias a Dios cuando estábamos en esa situación fuerte, recibimos ayuda de Cáritas, alimentos y nos colaboró con dos meses de arriendo y de esa manera hemos podido estar más tranquilos, que dios les pague y les multiplique». Paola Díaz, migrante venezolana.
La acción de la Iglesia
«El Papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020, que expone el drama de los desplazados internos y que desea inspirar y animar las acciones pastorales de la Iglesia en esta emergencia humanitaria y que no se deje de lado el sufrimiento de las personas “que han experimentado y siguen aún hoy viviendo situaciones de precariedad, de abandono, de marginación y de rechazo a causa del Covid-19».
En ese sentido, la respuesta de la iglesia frente a la crisis humanitaria que vive la comunidad migrante, refugiada, desplazada y víctima de trata en el mundo, ha sido siempre de ir en ayuda oportuna y de poder afrontar las diversas necesidades que tiene la población en movilidad humana, y que siempre queda mucho por hacer. Vale mencionar que la Red Clamor a nivel de América Latina tiene presencia en 22 países de la región y está en 355 ciudades donde se registran 627 obras de la iglesia y el apoyo que ofrecen a migrantes, refugiados y víctimas de trata de personas.
Desde cada uno de sus espacios, el accionar de la iglesia está presente, en Ecuador se articulan respuestas humanitarias ante el éxodo masivo de venezolanos que se ha registrado en los últimos años en el país. La Red Clamor, capítulo Ecuador ha puesto al servicio de los migrantes los trabajos y la labor de cada una de sus instituciones y entidades que brindan y en otros casos han implementado servicios de acuerdo a las necesidades que se van presentando.
Al momento actual la atención que presta la Red Clamor, capítulo Ecuador, se encuentra presente en 12 ciudades y está conformada por: La Misión Scalabriniana (MSC), Servicio Jesuita para Refugiados (SJR), Cáritas Ecuador y Conferencia Ecuatoriana de Religiosos y Religiosas (CER).
Su accionar está basado en los 4 Verbos del mensaje del papa Francisco: Acoger: casas de acogida. Proteger: atención psicosocial y jurídica. Promover: apoyo en proyectos de vida. Integrar: fortalecer vínculos entre población de acogida y migrantes.
Según el documento, Necesidades de la Población en Movilidad Humana de Cáritas, los datos que arrojaron las encuestas realizadas la población migrante asentada en Ecuador, sobre el apoyo institucional, indican que el 87% de las personas ha recibido apoyo o atención a través de los servicios de organizaciones que conforman la RED CLAMOR y a las que reconocen como parte de la iglesia católica. Este soporte está representado en alimentación, asesoría legal, asesoría psicológica y social, implementos de aseo, alojamiento, información y dinero para transporte; con los cuales se ha contribuido a aumentar las rutas seguras para las y los migrantes.
«Es necesario conocer para comprender. Cuando hablamos de migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a números. ¡Pero no son números, sino personas! Si las encontramos, podremos conocerlas. Y si conocemos sus historias, lograremos comprender», dice el Papa Francisco.
Tenemos que animarnos y llegar a entender la realidad de cada una de las personas que tomaron la decisión de abandonar su tierra y en la mayoría de los casos obligados a hacerlo, siempre pensando en la expectativa de nuevos horizontes de lograr alcanzar una mejor vida.
«Vengo de Venezuela buscando una mejor calidad de vida para el futuro de mi hijo y mi familia. Nos tocó emigrar de Venezuela por la situación que se está presentando en el país todos la conocemos, es una situación fuerte y delicada, aunque más fuerte es dejar lo nuestro, nuestro país, nuestra familia, pero siempre en busca de un mejor futuro. Vivimos en Perú y fue duro la vivencia allí, pues gracias a otro venezolano que hizo las cosas mal, sufrimos xenofobia, de hecho, nos sacaron del sitio donde vivíamos y tuvimos que salir solo con nuestra ropa. Gracias a Dios llegamos a Ecuador y Cáritas nos ha brindado un apoyo inmenso que no esperábamos, estamos agradecidos». Elizabeth Carrasco.
Cooperación Internacional
Las diversas necesidades y requerimientos que necesita la población migrante que llega y seguirá llegando al país son enormes. Para ello se ha podido contar con el valioso aporte de la cooperación internacional que es clave para poder desarrollar y articular la ayuda humanitaria producto de la crisis migratoria que azota a la región.
La labor que desempeña la iglesia en los diferentes casos de ayuda a la población vulnerable que enfrenta a diario, permite que la cooperación internacional sea parte del trabajo y participe con los diversos proyectos ejecutados en los diferentes territorios donde se apoya y se asiste a miles de familias con recursos y financiamientos económicos.
Es necesario mencionar y reconocer que la colaboración internacional ha sido esencial en estos tiempos de pandemia y que se ha logrado llegar en esta emergencia sanitaria con ayuda humanitaria a familias migrantes, así tenemos a los cooperantes externos: Cancillería Alemana, Echo-Europana, Manos Unidas, Dicasterio Caritas Internacionalis, Adveniat, AECID – Cáritas Española. Cada uno de estos proyectos están enfocados a promover el desarrollo integral y brindar protección, atención y ayuda humanitaria a migrantes y refugiados.
Los recursos proporcionados se han destinado en este periodo de emergencia para entregar raciones de alimentos y se han enfocado en apoyar a migrantes que están retornando a su país de origen en la panamericana norte y la frontera de Rumichaca. Así mismo el proyecto de emergencia por Covid-19 incluyeron kits de higiene e insumos de bioseguridad (mascarillas, gel y alcohol antiséptico).
Ayuda Humanitaria | Total |
Raciones de alimentos | 1653 |
Bonos de alimentos | 2067 |
Alojamiento en casas de tránsito- acogida | 492 |
Alojamiento en casa permanencia-arriendo | 706 |
Salud | 254 |
Transporte | 9 |
Kits de higiene | 1445 |
Kits de cocina | 129 |
Casas de acogida | 85 |
Kits de educación | 226 |
Regularización | 27 |
Como lo menciona el Papa Francisco: «Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas, debemos comprometernos a garantizar la cooperación internacional, la solidaridad global y el compromiso local, sin dejar fuera a nadie».
Sin duda alguna, como lo señala el Papa Francisco, la contribución de apoyar causas sociales y que beneficien de alguna manera a cierta población vulnerable que requiere atención prioritaria debe ser una constante motivación y creer que es posible cambiar esas realidades injustas y que otro mundo más empático sea posible.
Frente a ello y gracias a la asistencia internacional la ayuda humanitaria no se detuvo, se sintió y ha sido primordial en esta época. Se realizó la entrega de: raciones y bonos de alimentos, alojamiento en casas de acogida y tránsito, alojamiento en casa permanencia o arriendo, salud, transporte, kits de higiene, cocina, educación y regularización. Los territorios atendidos en el país y que se han beneficiado de la cooperación internacional son: Tulcán, Ibarra, Quito, Lago Agrio, Aguarico, Machala, Manta, Loja y Cuenca.
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