¿Por qué nos interesa lo que pasa en Colombia? ¿Qué se juega la comunidad del país hermano el próximo 2 de octubre y cuál es verdadero plebiscito? Si gana el Sí, ¿qué guerra se deja atrás? ¿Qué paz se quiere construir? ¿Cómo superar los sentimientos de revancha y venganza? ¿Cuál ha sido, es y debe seguir siendo el papel de la Iglesia? ¿Qué puede aportar el sentimiento cristiano en esta reconciliación?
La presencia colombiana en Ecuador es densa en movilidad humana. Vale enfatizar los lazos históricos que nos unen y la fraternidad que siempre hemos practicado. Hospitalidad y albergue ha sido nuestro aporte Pastoral al drama del desplazamiento forzado generado por la violencia. Más allá de las cifras, en nuestras ciudades, campos y en la frontera Norte hay una comunidad colombiana que se ha asentado aquí desde hace más de 50 años. Conocemos esta realidad dura generada por la violencia, y tratamos de apoyar.
Si merma el conflicto armado, llegarán menos desplazados y posiblemente se genere el retorno de personas a sus lugares de origen, al otro lado de una frontera que, en el fondo, no existe. Lo que pasa allá repercute acá. Si hay arraigo en Ecuador, bienvenidos; si desean retornar, que sea en medio de la paz.
¿Podemos ubicar el origen de la violencia en Colombia? El actual territorio colombiano tenía, antes de la llegada de Colón, 62 etnias que fueron identificadas y registradas por arqueólogos y antropólogos en 1992. Quinientos años después, el exterminio de los indígenas colombianos es un hecho comprobado. Lo que queda de los habitantes ancestrales en Colombia también está en peligro de desaparecer, especialmente en la Amazonía (más del 40% del territorio de Colombia es amazónico).
A partir de los 70 la Amazonía comienza a ser acosada por la minería ilegal, el cultivo de la coca, la desforestación, los monocultivos, la aculturación, las FARC, los paramilitares y otros males comunes a los pueblos ancestrales olvidados por el Estado. Recordemos que el M-19, el ELP, el ELN y el Quintín Lame (movimientos guerrilleros activos en los 70′ también tuvieron presencia en la Amazonía. Tenemos el temor de que, al desaparecer la presencia armada de las FARC y otros grupos ilegales armados, la Amazonía tome el rumbo del “desarrollo” neoliberal.
Volviendo a una guerra que comenzó hace más de cinco siglos con el genocidio indígena, a partir de la Independencia (1810), aparece el bipartidismo –liberal/conservador, similar a lo que ocurrió en Ecuador– que hace de la violencia estatal la mejor forma de gobernar un país tan rico. El Estado servirá a las grandes oligarquías criollas. Las bandas criminales –los “pájaros” y bandoleros, antecesores de los actuales paramilitares– arrasan el campo. El campesinado migra a las ciudades para ser mano de obra barata en la industria extrajera que nace. La riqueza mal distribuida hará de Colombia uno de los países más inequitativos del mundo.
Colombia acaba de recibir un 53.5 en el Índice de Gini; ocupa el 7º puesto a nivel mundial en inequidad y eso que la CEPAL discrepa con los datos oficiales entregados por el DANE (ente estatal estadístico). El 10% de la población más rica gana cuatro veces más que el 40% más pobre. Los indicadores de salud, educación y empleo son aún más altos y graves que el 53.5 global. Sabemos que la inequidad genera violencia.
La riqueza del país hermano ha sido su maldición y la causa de la violencia que reinó en silencio por más de un siglo pero que se dispara literalmente con el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, en 1948. En esta fecha comienza la guerra civil. Colombia ostenta el costoso record de candidatos presidenciales asesinados: a Jorge Eliécer Gaitán debemos agregar estos nombres: Jaime Pardo Leal (1987), de izquierda. En 1990, Bernardo Jaramillo Ossa (Unión Patriótica (UP), también de izquierda. La UP perderá a más de 4.000 de sus cuadros y militantes, todos asesinados, incluyendo a 11 congresistas. En 1989 matan en plena tarima de campaña política a Luis Carlos Galán (Partido Liberal, hombre disidente con ideas progresistas). En 1990 le toca el turno a Carlos Pizarro, exguerrillero del M-19; estaba escoltado por el DAS, policía secreta al servicio directo de la Presidencia). Le sigue en 1994 Manuel Cepeda Vargas, del Partido Comunista, también líder de la extinguida UP. Toda esta sangre fue vertida a la vista y paciencia de los organismos de seguridad del Estado.
Regresemos al Plebiscito del próximo domingo. Atención a este hecho: en Colombia el voto no es obligatorio, y por esta razón la abstención siempre ha sido mayoritaria. La Maquinaria electoral –votos por puestos, prebendas, dinero, regalos o amenazas– es la que elige en Colombia. Pero este 2 de octubre no va a funcionar la Maquinaria electoral. Es una consulta al pueblo sobre si quiere o no la paz entre el Estado y las FARC. Por esta razón creemos que el verdadero Plebiscito del 2 de octubre es derrotar la abstención y que Colombia vote. Ojo: en este Plebiscito no va a funcionar la Maquinaria electoral pero sí la Maquinaria mediática, que anda intensamente disparada . La campaña por el Sí o el No, las encuestas, la propagan, en fin, todo está listo y se decide en las urnas, votando, opinando y participando todo el pueblo. En Colombia no hay ley anti-monopolio de medios de comunicación y el poder económico es el que «informa».
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El rol de la Iglesia ha sido importante e incidirá en el Plebiscito del 2 de octubre. Mons. Luis Augusto Castro, Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, pidió el 18 de julio “respaldar los acuerdos de paz con las FARC”. El P. Francisco de Roux S.J. (Pacho) es un caleño respetado en cuanto a la construcción de la paz, sobre todo en la campesina. Trabajó 13 años en el Magdalena Medio, zona con alta presencia de los actores de la violencia. El P. Pacho analiza el papel del Estado y la política actual en su patria: “Parte de la tarea que requiere la paz es la dignificación de la política y la transformación de esos aparatos de nuestra tradición partidista”. Hay que romper el maniqueísmo al achacarle a la guerrilla colombiana todos los males. Ya sabemos qué tan inequitativa es Colombia.
La Iglesia siempre estará por la paz. Hoy, su llamado a la comunidad católica es inequívoco: ¡A votar! La Iglesia funda la esperanza en la participación ciudadana. Colombia es un país católico. La paz debe ser un principio inalienable para que exista la dignidad humana que todas y todos merecemos. Son campesinos, indígenas y marginados las personas más golpeadas por un conflitco que poco daño hace a quienes habitan las ciudades. La guerra civil azota a quienes habitan la Selva y el campo.
El próximo domingo Colombia se juega mucho. Más allá de Santos-Uribe, existe la posibilidad de un nuevo país, un camino hacia una vida más digna y equitativa. Se espera que el dinero que se gasta en la guerra se dirija ahora a la inversión social. Santos dice: “Paz, equidad, educación”; ese es el nuevo país, la paz que se quiere construir. Al menos, ese es el discurso que trasciende. Tres cordilleras, dos mares, pisos climáticos ricos, el Llano, la Amazonía y 48 millones de almas conforman el desafío humano-ambiental más grande del mundo. Colombia es un desafío al futuro, a la esperanza.
En nuestro Santoral, el 2 de octubre está dedicado a los Santos Ángeles Custodios. Invocamos a estos Espíritus del Bien para que ese día amparen y guarden al pueblo colombiano en su Plebiscito por la paz con las FARC. Que este 2 de octubre, los Ángeles de la Guarda, “nuestra dulce Compañía”, no desamparen a la hermana Colombia. Las encuestas predicen el triunfo del SÍ. Que así sea.
(Imágenes: www.rcnradio.com / www.radiohc.cu / www.notas.org.ar / www.telesurtv..net)
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