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Ecuador es sacudido por un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, el 16 abril 2016, y por una réplica de 6.8 (entre cientos de otras) el 18 de mayo. Oficialmente resultan 668 personas fallecidas, miles de heridos, muchos niños huérfanos, numerosos enfermos postraumáticos… cuantiosas pérdidas en edificios caídos (casas, hospitales, centros educativos, hoteles, oficinas públicas, templos)… destrucción de medios de vida y fuentes de empleos… dolor, confusión, miedo… La respuesta del pueblo ecuatoriano no se hace esperar: desde las grandes ciudades hasta los rincones más remotos de la Sierra, Amazonía y Costa, emerge un tsunami de solidaridad… La certeza creciente es que a un pueblo unido no hay desgracia que pueda doblegar. Las ayudas internacionales igualmente se hacen presentes acortando todo tipo de frontera. El Papa Francisco nos envía sus palabras de aliento y su bendición. El mundo se hermana con nuestra gente que lucha. La Vida Consagrada Ecuatoriana se involucra desde su identidad propia como fermento de fraternidad y semilla de esperanza: La sede central de la CER se convierte en punto de referencia para quienes piden información, particularmente religiosos/as que toman conciencia de lo sucedido y se cuestionan sobre la manera de hacerse cercanos/as a las familias que han sido mayormente golpeadas. Se concede entrevistas a medios de comunicación (radios, revistas y periódicos) nacionales y extranjeros. “Vida Misionera” elabora un video que se difunde como un rayo de luz que sirve para sensibilizar la realidad fuera de Ecuador. Se establece contacto con Congregaciones Religiosas que han perdido trágicamente a alguna Hermana (ahora nuestras grandes intercesoras en el cielo) o han tenido serios daños en las estructuras donde realizan sus servicios apostólicos. Se escriben por la red cartas-mensajes por parte de la Junta Directiva: es un dialogar en voz alta, con el fin de compartir sentimientos y reflexiones, en vistas a consensuar acciones concretas. De primordial importancia resulta la acogida que los superiores/as mayores brindan a la convocatoria para efectuar juntos/as una primera lectura global desde la fe y coordinarnos alrededor de un programa de acción.
Se nombra una comisión para completar el mapeo de la realidad y dar las sugerencias más pertinentes para poner en obra nuestra intervención desde varias dimensiones. El Equipo de Reflexión Teológica (ERT) de inmediato se pone a trabajar y nos ofrece un folleto “¡Ánimo, no temas! ¡Yo estoy contigo!” muy útil para acompañar a personas y comunidades en su sufrimiento desde el horizonte amplio de la Vida humanizadora y consoladora del Resucitado. Más tarde, ellos/as mismos se desplazan en dos grupos para encontrar, orar juntos y animar a las congregaciones presentes en Manabí y Esmeraldas como testimonio de comunión y cercanía. Dándonos cuenta de la necesidad de un mínimo de preparación para nuestro personal, se organizan dos talleres con profesores especialistas – Hno. Enrique Mayashiro y Dr. Santiago Jácome – quienes iluminan al nutrido grupo de Hermanas/os y Voluntarias/os participantes con elementos básicos a tener en cuenta en emergencias de este género. Una vez obtenido el personal a través del Sí generoso de varias congregaciones, se envían los primeros Equipos Misioneros Intercongregacionales: uno a Portoviejo (moviéndose por los campamentos de la región aledaña), otro a Jama y también a Muisne (incluyendo Chamanga)… En esta etapa es fundamental el compromiso decidido de algunas congregaciones, femeninas y masculinas, que facilitan personal a tiempo completo, experiencia, logística y coordinación. La finalidad es bastante clara: acompañar psicoespiritualmente a la gente (especialmente a las más necesitadas) y dar una mano a las Religiosas/os que ya se encuentran agotados/as. Este objetivo, como es explicable, se convierte al inicio en trabajo de emergencia por el acopio y la distribución de víveres, la atención a enfermos o simplemente escuchar y dejarse robar alguna caricia de consuelo. Otro tipo de servicio ha incluido la participación al convenio de articulación entre la Conferencia Episcopal (Pastoral Social), Cáritas nacional e internacional y la iniciativa Hogar de Cristo, para estudiar las estrategias y ser más incisivos. Esto nos ha llevado a un encuentro con el vicepresidente del gobierno nacional, señor Jorge Glas, buscando acelerar los procesos y permisos para la reconstrucción y la mutua colaboración. A nosotros como CER se nos ha pedido dinamizar el acompañamiento psicoespiritual, como el plus que ofrece la Iglesia de forma original, y en cambio apoyarnos a ellos para las otras actividades como construcción de casas o proyectos que tengan como objetivo reactivar las fuentes productivas de sustento familiar. Finalmente hemos podido realizar un viaje por estas regiones (Esmeraldas, Muisne, Chamanga, Pedernales, Jama, Bahía de Caráquez, Manta, Montecristi, Portoviejo, Calceta…) para dialogar con los obispos, párrocos, congregaciones y equipos misioneros, ver de cerca a las personas en los campamentos-albergues y conocer sus situaciones. Se trata de ver dónde invertir sabiamente las “dos moneditas” desde nuestra pobreza.
JUZGAR
El terremoto no solamente ha sido geofísico sino también emocional, económico, social, cultural, religioso, espiritual… Nos ha hecho cuestionarnos no únicamente sobre los por qué (que muchas veces permanecen en el misterio) sino sobre todo el para qué (la oportunidad para una comunidad humana más plena) asumiendo con madurez este acontecimiento. El desafío está vigente: o refugiarnos en una resignación pasiva o por el contrario apostar por el cambio de vida tanto a nivel personal como social, ecológico y eclesial. La convicción es que Jesucristo opta por la dignidad y superación sin cadenas de los hijos e hijas de Dios. La mejor forma de comprometernos será caminar hombro a hombro con los que sufren (celebrando jubileos de misericordia), ofreciéndoles la única certeza del Evangelio (que Dios está con nosotros incondicionalmente) y particularmente asegurándoles que ellos y ellas tienen la potencia para levantarse con determinación más fuertes que nunca. Que no son “damnificados permanentes” sino personas duramente golpeadas capaces de salir adelante con esperanza. Insistir en que la fraternidad y la solidaridad llegaron para quedarse. Que los misioneros/as no nos vamos cuando se van los reflectores de las televisoras. La cruz resulta incomprensible (no existe explicación convincente para la muerte de los inocentes) pero nos acerca a la verdad más verdadera de la fe cristiana: que necesitamos dejarnos amar por Dios ahí donde el dolor ha demolido nuestras seguridades. Él es la Misericordia que nos hace renacer. Frente a estas realidades que mueven cimientos y doblan columnas se nos exigen nuevas síntesis y nuevos acuerdos: con la vida (bella y trágica), con uno/a mismo/a (invencibles y frágiles), con los/as compañeros/as de ruta, con la creación entera, con Dios siempre encarnado en nuestra historia, cercano, fiel y al mismo tiempo inalcanzable para nuestra mirada limitada… Síntesis y acuerdos que manifiesten nuestra conversión de corazón y nos impulsen a entregarnos a la misión de construir un mundo justo, fraterno, orante, auténtico y libre.
ACTUAR
Primero, mantenernos en fidelidad esperanzadora, no dejar caer la guardia porque la etapa de la reconstrucción es larga y rutinaria, quizá más pesada por su rostro más desconocido. Necesitamos concretamente más personal voluntario – hombres y mujeres consagrados/as – para cubrir los Equipos Misioneros Intercongregacionales al menos hasta diciembre del presente año. Les pedimos llenen pronto las fichas de inscripción. No tengamos miedo de dar algunas semanas o meses para esta causa. Gracias a Dios, nos están llegando también algunas Hermanas de otros países. Seguiremos organizando talleres psicológicos en favor de la Vida Consagrada para procesar positivamente lo vivido, pero también para la gente en los campamentos- _ albergues y lugares más alejados, dependiendo de la colaboración de los/as terapeutas. El Equipo de Reflexión Teológica está disponible para organizar algunos retiros en las zonas de desastre para acompañar a la Vida Consagrada y así fortalecer su servicio en favor de personas y comunidades. Estamos esperando la respuesta de las Regionales. Continuaremos nuestra relación y empeño a nivel de Instituciones eclesiales y sociales que soliciten nuestra presencia, sobre todo por la importancia de llevar a esos espacios nuestra visión significativa como VC comprometida con los/as pobres. Necesitamos al menos otra camioneta (aparte de las dos que nos han ya facilitado) para el trasporte de los/as misioneros/as y del material necesario para la pastoral de acompañamiento en los sitios afectados. Se requiere algo más de dinero (agradecemos a las congregaciones que ya han colaborado) para los gastos de transporte, alimentación, medicinas, material pedagógico y para alguna ayuda puntual (normalmente se hace a través de Cáritas diocesanas) a familias en situaciones extremas. Las demás actividades de la CER siguen su ritmo normal: comisiones, EDA, cursos de formación, talleres, retiros, ERT, Semana Teológica, aniversario visita del Papa Francisco, reuniones Regionales, etc. Lo más importante es lo que cada uno/a es y hace en sus lugares de misión, lo que cada Congregación está realizando en favor de estos hermanos y hermanas nuestros. Al final lo más bello será que no nos interese aparecer ni ser reconocidos/as… que lo único que cuente sea nuestros nombres escritos en el Libro de la Vida… Es decir, que nuestros corazones estén preñados de amores impagables, de sueños compartidos con los empobrecidos/as, de destinos entrelazados con aquellos/as que no poseen en esta tierra sino sonrisas y lágrimas. “Dichosos los misericordiosos porque alcanzarán misericordia” (Mt 5,7)
P. Rafael González Ponce mccj Hna. Nardi Torres Marín hdlc
Presidente Nacional Secretaria Ejecutiva
FICHA DE INSCRIPCIÓN DE HNOS_AS-MISIÓN -ZONA AFECTADA TERREMOTO (1)
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