Ser cura de olla quiere decir, para el P. Patricio Yépez, preocuparse por llenar la olla de la comida y no por ser el pastor de su Parroquia. El P. Pato –como le dicen en San Francisco de Asís de las Guardias, su Parroquia, a 40 minutos de Guaranda– tiene apenas 32 años. Cuando llegó a su parroquia, tuvo que enfrentar 9 suicidios juveniles; estuvo a punto de renunciarle al Obispo, pero siguió, perseveró, y hoy es un cura feliz de haber podido comprender y asistir a sus fieles.
Patricio se hizo sacerdote porque admiraba mucho a un cura y quería ser como él. Fue así como abandonó su vida mundana para entrar al Seminario junto con 35 compañeros más; sólo tres terminaron ordenándose: la vida sacerdotal es dura, y Pato lo sabía, pero su vocación se mantuvo fuerte y logró la meta propuesta: entregar su vida a los demás, sirviendo así a Jesús, que se encarna en el rostro de los que menos tienen.
“Apenas supe que mi gente era indígena, me puse a aprender quichua. Y mire la felicidad de mi pueblo al escuchar al Taita Cura hablando su idioma, usando yo sus palabras, hablándoles en su lengua. Aprender quichua es más difícil que aprender inglés, pero valió la pena, pues así rompí el hielo y me siento más cerca de mis feligreses. Aumentaron los matrimonios, la gente empezó a ir más a la Misa y a pensar más en un Dios de ellas y ellos”.
“Lo de los suicidios fue tenaz. Yo no sabía qué hacer. Me fui a donde el Obispo, a renunciarle, pero me devolvió la pelota, diciéndome que Dios me ayudaría a encontrar la forma de enfrentar algo tan duro como ver a la gente joven matarse, suicidarse por amor, o por problemas relativamente simples. ¿Por qué no amaban la vida? me preguntaba a cada rato”.
“Mientras tanto, yo le daba vueltas a la asunto, jugaba con ellos fútbol pero terminado el picado se iban y no asistían a la Misa. Hasta que cometí la locura de crear una Banda de Pueblo. Conseguí fiados los instrumentos, comencé con 35 músicos, depuramos, y ya somos solo 20, pero fieles, ensayamos cada semana, nos presentamos, nos pagan y todo, en fin, ese fue el camino de la salvación. Ahora, los músicos son mis mejores aliados para todo lo que hay que hacer en la Parroquia en bien de la Comunidad”.
“Las Cáritas Parroquiales me cambiaron el panorama. Eso es otra cosa, eso es aterrizar la Caridad en la práctica. Es lindo ver el voluntariado de las Cáritas Parroquiales trabajando unido, manejándose a sí mismo, un voluntariado que da ánimo y confianza, porque el cura solito no puede. Fue la Cáritas Parroquial la que me convenció de que no podía ser un “cura de olla”.
Patricio sigue estudiando para servir más a su grey: está estudiando Derecho para, desde el Código Civil y desde las Leyes y la Constitución, defender los derechos de sus parroquianas y parroquianos. “Me quemo las pestañas, estudio de noche, porque tengo una responsabilidad con mi gente y quiero cumplirla a cabalidad. Seré un cura bien preparado, un Taita Cura en el que la gente pueda confiar”, cuenta el P. Pato con sencillez pero con inmenso entusiasmo y sano orgullo.
Para el P. Patricio, la comunicación hay que tomarla como una nueva herramienta evangelizadora. La radio es, para él, un amigo, una compañera y un camino de evangelización. Se enloquece en la cabina, grita, canta, habla en quichua, hace bromas, en fin, se siente como pez en el agua cuando está metido en la radio. “Los sacerdotes tenemos que aprender a comunicar mediante las redes sociales, la página web, el Facebook y otros medios, pues esta es una nueva forma para evangelizar”.
El P. Patricio “… está a sus órdenes para hacer locuras”. Apoyado por su Banda de Pueblo, y con la ayuda y la luz de Dios, Patricio aprende todos los días algo que le sirva para servir. “No nacimos para ser eternos, nacimos para morir, y la mejor forma de morir es sirviendo a los demás. En esta Navidad, aprovechemos el tiempo para estar con Dios, recibámoslo y tengámoslo en nuesro corazón y en nuestra casa, tengamos su presencia en esta Navidad ”.
Nos despedimos del P. Patricio recibiendo su alegre bendición. Este es un sacerdote en salida, un Taita Cura de pueblo, que dejó la olla atrás y ahora se entrega entero por sus fieles. Gracias por tu tiempo, querido P. Pato, y que Dios te siga dando esa alegría, ese ánimo, esa capacidad de servir y esa fe ciega en su gente, en ese servir al pueblo de Dios, en ese construir su Reino.
Imagen: ecuador.travel
2 Comments
luis chito
02/09/2016
Saludos y gracias por compartir esta historia de vida, que nos anima a que nada es imposible en la acción evangelizadora de Cáritas, Que este testimonio anime a muchos hombres y mujeres de Dios.
Monica
23/08/2023
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