Tierra de las culturas Cara y Panzaleo, luego de los Incas y finalmente de españoles. Es Parroquia en 1560, como parte de la expansión colonial de Quito. Se trazaron 5 calles de Este a Oeste y otras 7 de Norte a Sur; el caserío fue habitado por 700 personas. Hoy Cunucutu –“loma abrigada” en lengua quechua– es casi un barrio de Quito. Agricultura, turismo, micro-emprendimientos, mansiones de lujo que evidencian la inequidad social de la capital del país. Allí está la Cáritas Parroquial de Conocoto.
El P. Santiago Vaca es el párroco de San Pedro de Conocoto. Para las actividades de Cáritas Parroquial el Padre cuenta con el apoyo voluntario de Cristina Guerra, Martita Quispe, Mariana Poso Pantoja, Gimena, Carmita, Ana Cevallos, Alejandra López, Jhael Mejía, Pamela Tapia, Gyna Guevara, Jesús Adrián Romero y otras personas voluntarias. Esta Cáritas se asienta en un pasado rico; ahora quiere construir un futuro más incluyente, no discriminante, mucho más humano, más cristiano.
La misión de Cáritas San Pedro de Conocoto es “… promover el esfuerzo de los más pobres como protagonistas activos de su propio desarrollo personal, familiar y comunitario. Nos interesa formar sentido comunitario para asumir deberes de justicia y caridad en pro de los más necesitados. Trabajamos pensando que el mundo debe reflejar lo que es el Reino de Dios. Por esta razón no puede haber en él pobreza; los más pobres tienen que formar parte de la comunidad”.
Las voluntarias concuerdan con el P. Santiago: “Cáritas San Pedro es puro corazón, entrega y ternura” Y estas palabras se evidencian en los testimonios de Diego Córdova Arteaga, una de las personas mayores beneficiadas por la Cáritas: recibe ropa, alimentos y, sobre todo, ternura, cariño, cuidado y comprensión. Fue el Padrecito el que le dijo que fuera a Cáritas.
Una gratitud más intensa se siente cuando la que habla es Jenny Parra, una colombiana desplazada. A ella la llevó un amigo y allí encontró que valía, que la respetaban. Por encima de la discriminación y las dificultades para trabajar, Jenny –también invitada por el P. Santiago a Cáritas– ha encontrado amistades, cariño y apoyo psicológico por pare de la Doctora. En Cáritas le han enseñado a trabajar, a creer en sí misma y respetarse. Estas manos amigas le han devuelto a Jenny la fe en Dios y en la Iglesia. Siente que la quieren, que se preocupan por ella; la presencia de Dios viene a Jenny de esas manos amigas que le dan amor con su labor pastoral.
“Cáritas Parroquial es una respuesta concreta de la Pastoral Social de la Iglesia, que mira hacia los más necesitados y responde con acciones reales a las necesidades espirituales y materiales de la gente pobre de esta Parroquia” nos dice el P. Santiago.
“En este ambiente de trabajo se llevan a cabo programas de seguridad alimentaria, entregando canastas con víveres el primer día de cada mes. También hacemos visitas domiciliarias, para conversar con las personas mayores, darles la Eucaristía, hacer ese trabajo de animación espiritual que tanta falta les hace”, expresa Cristina Guevara, coordinadora de Cáritas Parroquial por dos años. Cristina siempre ha estado inclinada por el trabajo social, “… pues Dios elige y hay que cumplir su santa voluntad”.
Martita Quispe lleva ya tres años como voluntaria, y ayuda en todo sin mirar el tiempo que da, apoyando incondicionalmente. Junto a Mariana Poso Pantoja y al resto del voluntariado, entregan las canastas, dan charlas, evangelizan y llevan el Ministerio de la Eucaristía dando alegría y confortando en la fe a quienes por edad o salud no pueden ir a la Santa Misa; con la misma alegría llevan a cabo el trabajo en el ropero comunitario.
Así marcha la Cáritas Proquial de San Pedro de Conocoto, con la colaboración y el aliento del equipo de la Cáritas Diocesana de Quito: dando alegría, atención y cariño al que menos tiene, siempre en salida, abierta, repartiendo voluntad y amor. Hemos aprendido de su fuerza para ser caricia bondadosa en medio de una Parroquia que intenta vencer la inequidad. Los esperamos el próximo año, en la II versión de nuestro Concurso Cáritas Parroquial. Y gracias por su testimonio.
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