El trabajo en el campo se inicia antes de que salga el sol. Es duro, pues hay que hacerlo, así llueva, truene o queme el sol. Es el trabajo diario de mujeres y hombres que nos alimentan. El Primer Concurso Cultivainnovación reconoce esta sacrificada labor y alienta a continuarla.
Gran parte de lo que hay servido en tu mesa viene del campo. Y mientras más natural, mejor te alimentarás. Pero las verduras, las frutas, los granos, la leche, la carne y los cereales no nacen en los supermercados o en las tiendas. Vienen del campo, de las zonas rurales del país, y son producidos por mujeres y hombres que parecen estar a punto de extinguirse: veamos algunos datos.
En 1950, la población rural de Ecuador era superior al 72% del total de habitantes (2’300.000 campesinas y campesinos). Según el censo de población, para 1982 el porcentaje de campesinas/os disminuye al 51%. Para 1990 continúa mermando el porcentaje de campesinas/os: ahora representan el 45%. En el año 2001, la proporción continúa disminuyendo, situándose en el 39%. Con la crisis económica del 2000, cientos de miles de campesinas/os migran a otros países o a otras regiones, ubicándose en las ciudades grandes y realizando trabajos indignamente e injustamente remunerados.
Hoy es difícil precisar cuál es la población campesina activa: casi un 40% de la población es considerada «rural», pero ya hay muchas personas que viven en áreas rurales y no cultivan nada. El problema se ahonda cuando expertos demográficos calculan que en el 2030 (dentro de 15 años), el 85% de la población de América Latina será urbana; ¿correrá esta suerte el Ecuador?.
Si se abandonan los campos ecuatorianos, nos tocará importar alimentos, muchos de ellos con seguridad transgénicos. Posiblemente los precios de lo que hoy comenos serán inalcanzables, sobre todo para las personas menos favorecidas.
Frente a este panorama, hay que apoyar a la población campesina de Ecuador; ¿cómo?: Comprando productos que provengan de territorios y granjas comunitarios; de proyectos de economía popular y solidaria. Compra productos en las ferias libres, en donde se evita al intermediario que, en muchas ocasiones, gana más dinero que quienes cultivan la tierra. Evita consumir frutas importadas, prefiere lo nuestro. Aprovecha los productos de temporada (estación). Y, sobre todo, sé consciente de cuánto esfuerzo cuesta producir alimentos sanos.
Este Concurso es un reconocimiento al sudor de la frente de más de dos millones de personas que viven de lo que genera la tierra. Si tú vives o trabajas cerca a una comunidad campesina, o laboras en entidades afines a las labores agrícolas, promueve este Concurso. En esta página están las bases. También puedes escribirnos a comunicació[email protected]
Gracias por ayudarnos a difundir esta iniciativa.
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