Asunción es una parroquia rural del cantón Sucúa, a cinco minutos en camioneta de esta bella ciudad. Saliendo de Sucúa y pasando Asunción, el territorio Shuar se reconoce porque la selva está menos talada y con proyectos de conservación, mientras que la de los colonos ha sido arrasada para dar paso a la ganadería. Buscando la cascada Kintia Panki (“Boa brava”) encontramos a Elías (Tsamaraimt, “Madurez de Fruta”), a Juanito (Iwia, “Guerrero”) y, con ellos, a doña Clementina (Mamach, “Yuca”), a Gabriela (Shakap, “Collares de Nup”) y a Shiram “, Hermosa”, acompañados de sus uchi, que en shuar significa hijas/os. ¿Sobrevivirá esta familia, esta cultura, este idioma?
Ellas y ellos forman una familia Shuar que, en fiestas especiales, reúne a primas, primos, cuñados, tíos, abuelas y guaguas, llegando a más de cien personas. Elías decidió hace dos años dedicarse al turismo comunitario, y ha metido en este emprendimiento a toda su familia. Elías y Juanito hacen diferentes ceremonias “shamánicas” –no les gusta el término porque está contaminado de comercialismo–. Cuidan su espacio de selva, elaboran una fina artesanía que refleja su cultura y tratan de seguir adelante sin perder su identidad shuar. Ambos prestaron dos años de servicio militar en Riobamba, sintiendo la discriminación por ser indígenas.
Juanito y Elías te hacen memoria para contarte de sus abuelos, de cuando les dieron esa tierra, del apoyo de los guerreros shuar a Ecuador en su enfrentamiento limítrofe con el Perú. También te hablan del ritual tzantza (reducir las cabezas de sus enemigos), de los castigos antiguos, de los beneficios de la electricidad, del correo electrónico, de la carretera y otros avances, pero se preocupan de que sus hijas/os estén ya más identificados con el celular, el castellano y la compu que con su antiguo pasado shuar. Los mayores temen perder su identidad cultural y, sobre todo, su idioma: para contrarrestar este riesgo, siempre les hablan a sus hijas/os en lengua shuar.
En la provincia de Morona Santiago se concentra la cultura Shuar, especialmente en las seis parroquias rurales de Sucúa, pero también hay presencia de Achuar, Záparos, Quichuas y Huaos. En Asunción se congregan más de 1500 shuar, y ya hay niñas y niños que no dicen aneajme (amor), nua (mujer), aeshman (hombre), entsa (río), numi (árbol), yawa (perro), napi (culebra) o inkis (colono) y no saben que son una digna y gran shuir pinchu (familia).
Visitarlos, conversar con ellas y ellos, convivir aunque sea un día, nos ha dejado una profunda preocupación. Es toda una cosmovisión, una filosofía, una forma de relacionarse con la vida, una manera concreta de custodiar la selva. Todo esto puede desaparecer en poco tiempo . El proceso de aculturación avanza, tal vez en forma irremediable y, como cultura, corren el riesgo de extinguirse. Nos quedamos con estas “extrañas” palabras, tan importantes y bellas para ellos y nosotros. Queremos que sobrevivan, que mantengan sus costumbres, sus tradiciones, su labor de custodios, su deseo de que los “blancos” seamos sus amikiur (amigos), no su perdición.
Si quieres visitar a estas hermanas y hermanos Shuar, convivir con ellos, conocer su vida y sus sueños, escríbele a Juanito: [email protected]; su teléfono es el 0981663451 Te recibirán con alegría, con sencillez, con calidez, con esa hospitalidad tan extraña entre nosotros, los “civilizados”.
2 Comments
Edna y Lawrence
31/07/2015
Mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de visitar a esta hermosa familia hace unos días. Son gente tan directa, tan relacionada con la naturaleza, tan espiritual y tan preocupada porque su cultura, sus costumbres, su idioma, no se pierdan, que uno siente impotencia por no saber cómo ayudarles. Nuestro guía fue Juanito Iwia, un ser cálido, instruído, con un hablar hermoso; su sobrina Masa (una niña preciosa) nos acompañó durante el trayecto de ida y vuelta a la cascada Kintia Panki, siempre cuidando que mi esposo no resbalara, sin soltar su mano ¿puede alguien pensar en algo más hermoso? Masa es una niña y cuidaba de un desconocido con tanto amor!comimos de su comida, todo estuvo exquisito y para más, masa y una niña, aun menor que ella, Yantsa, nos hicieron regalos de la artesanía que ellos producen. Como despedida, 2 niños y 2 niñas danzaron para nosotros, una hermosa danza con una no menos hermosa melodía. Tanto calor humano, imposible no agradecerlo! Su cultura tiene que sobrevivir! Pronto volveremos a visitarles! Gracias Juanito Iwia y a toda su familia por tan lindos momentos!!! Hasta pronto!!!
Javier flores
14/10/2016
Con un atento saludo me parece bonito el articulo. Pero Sucua unicamente tiene tres parroquias rurales de las cuales Asuncion es en la que viven el 99 %de gente shuar. Y una manera de valorizar la cultura es visitarles y consumir los servicios que brindan. Asi como kintia panki hay varios emprendimientos de turismo cultural graciad
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