Así lo manifiesta el misionero capuchino Txarly Azcona, que trabaja en el Vicariato de Aguarico en la provincia amazónica Francisco de Orellana, desde hace ocho años aproximadamente.
Señala que Dios ha estado siempre en la Amazonía y es él quién promueve que le escuchemos a través de los pueblos ancestrales, quienes son lo que mantienen una armonía con la creación.
El modelo económico extractivista imperante en el mundo nos convierte en grandes depredadores, generando riqueza para unos y rompiendo la fraternidad de los pueblos, lo que nos pone en alerta para descubrir una iglesia con rostro amazónico.
El mensaje que dejan los pueblos ancestrales es claro, dice el misionero Txarly, que la humanidad se pueda salvar siempre y cuando se mantenga una relación de unión y fraternidad universal entre todos los pueblos.
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