El P. Alberto Dellallacoma vino de Italia hace más de 44 años para internarse en la Amazonía ecuatoriana, convivir con nuestros pueblos ancestrales y llevarles la alegría del Evangelio. Su vocación de misionero ha sobrepasado las pruebas del tiempo en medio de una vida dura pero fecunda, al servicio de las comunidades indígenas que habitan el territorio amazónico. Desde el Vicariato Apostólico de Méndez, el P. Alberto trabaja en pro de toda la población amazónica.
Para el P. Alberto, los desafíos de Cáritas en la Zona Oriente para el año 2015 son varios. En primer lugar, hacer conocer al país y al mundo cuáles son las verdaderas necesidades de la población aborigen y la de los colonos: poco o nada se sabe de lo que requieren estas hermanas y hermanos.
Paralela a esta labor de visibilizar y sensibilizar la verdadera realidad humana de la regiòn, la Red PanAmazónica está recopilando en forma sistemática y con rigor científico cual ha sido la labor de la Iglesia en favor de los pueblos amazónicos. Mediante esta recopilación histórica, varios siglos de esforzada labor darán cuenta del trabajo eclesial y, sobre todo, de la misión evangélica que la Iglesia ha venido realizando en la Amazonía desde el siglo XVI.
La misión de la Iglesia en el territorio amazónico va ganando cada vez más presencia e incide notoriamente en el devenir político de la región. Acompañar la vida de estas comunidades es un imperativo categórico para una evangelización útil que mejore la calidad de vida de quienes por muchos años han sido olvidados.
Defender y custodiar la vida es un mandato divino asumido al pie de la letra por cada uno de los seis Vicariatos que conforman la Red Amazónica ecuatoriana; a su vez, estos seis Vicariatos integran nuestra Amazonía a la gran Red Eclesial PanAmazónica (REPAM).
En el 2015, cada Vicariato planificará a partir de sus propias y peculiares necesidades, empleando los recursos humanos y materiales de que disponen. Pero es la unión de esta Red la que dará fuerza y presencia a una región que durante muchos años ha sido vista como fuente de recursos –explotación petrolera, minera y maderera- pero poco o nada ha recibido a cambio, marginando a sus habitantes e impidiéndoles una vida digna.
El P. Alberto es uno más de los muchos misioneros y misioneras de origen extranjero que, siguiendo el legado de Mons. Alejandro Labaka e Inés Arango, entregan su fe y su vida al servicio de un prójimo postergado que urge defenderse de un “progreso” que aniquila su cultura, acaba con sus costumbres y destruye su hábitat. Que el 2015 sea un año de logros, de conquistas, de unión y de trabajo en pro de una población que merece una vida mejor. Que Dios alumbre su camino y dé fuerza a su acción.
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