Los últimos acontecimientos de París hacen más importante el reflexionar a fondo sobre el sentido de esta celebración. Religión significa unir, juntar, pero es duro mirar a través de la historia y comprobar que las religiones han sido más bien motivo de discordia y guerra. El fundamentalismo islámico que generó la matanza de Paris a principios de este año es una consecuencia evidente de desunión, de odio, de violencia injustificada.
La Organización de las Naciones Unidas, al celebrar ésta efemérides, quiere decirle al mundo que considera necesario que todas las religiones que hay en la Tierra trabajen por la solución de los múltiples problemas sociales que vivimos hoy, especialmente por la pobreza, el hambre, la explotación indebida de los recursos naturales, la discriminación, la exclusión y, sobre todo, la guerra.
La diversidad de creencias tiene que estar por sobre cualquier tipo de fundamentalismo, más aún si éste se manifiesta violentamente. El ecumenismo debe llevarnos a la unión, a juntarnos como una sola familia humana.
Afortunadamente, los tiempos oscuros de la intolerancia religiosa han quedado atrás para nosotras y nosotros, los católicos. Hoy, desde la cabeza de la Iglesia católica, el Papa Francisco ha hecho ingentes esfuerzos y llamados a la tolerancia entre credos, dirigiendo especialmente su invitación a judíos e islámicos. Ese esfuerzo, ese llamado papal a la tolerancia y a la visión ecuménica, debe ser asumido por cada una de nosotras y nosotros como requisito indispensable para vivir el verdadero Reino de Dios en esta Tierra.
Esta definición laica de religión es un buen punto de partida para la reflexión a la que hoy invitamos: “La religión, como un conjunto estructurado de creencias aceptadas por un colectivo, es una constante dentro del desarrollo de la humanidad, compromete a sus miembros a prácticas generalmente homogéneas y, en la mayorías de los países, la religión está separada del Estado, sin que esto quiera decir que no tienen influencia” (www.efemérides.ec).
Como católicos, nuestras prácticas homogéneas no deben quedarse en la liturgia: tienen que trascender y convertirse en prácticas humanistas como la tolerancia y el respeto. Aceptar otras creencias sin fundamentalismo, sin sectarismo, con corazón abierto y comprensivo: eso es ser buenas y buenos católicos. Todas y todos los seres humanos han tendido, a lo largo de la historia, a conformar uniones de creencias y criterios que, con el tiempo, se han convertido en religiones y credos. La nuestra es una de las más sólidas y duraderas, capaz de cambiar con los tiempos sin perder la esencia de Revelación y Redención que nos legó Jesús.
Nuestra Iglesia avanza. Hoy más que nunca se abre, sale al encuentro, tolera, comprende y trabaja por una vida humana digna y por el respeto a la Naturaleza. Debemos sentirnos orgullosas/os de tener a la cabeza de nuestra religión a un hombre valiente y sabio, capaz de comprender los cambios sustanciales que ha traído la modernidad.
Francisco añade a su fe una acción ecuménica en busca de un mundo mejor. Nuestro Papa abre sus brazos y ora por todas y todos los que no comparten nuestra fe pero son hermanas y hermanos en la existencia, porque todas y todos somos obra de Dios.
Según cifras de Wikypedia, hay más de 4.000 religiones en el mundo, pero entre cristianos (2.300 millones) e islámicos (2.038 millones) sumamos más del 60% de la humanidad (el judaísmo alberga a 13.3 millones de fieles). ¿Qué tan lejos puede estar la paz interreligiosa? Es cuestión de voluntades, de corazón y conciencia.
La Tierra es cada vez más una sola y única casa, y los seres humanos somos una sola familia, como lo ha repetido constantemente Su Santidad. Que este 24 de enero se convierta en un momento de reflexión para abrir nuestros corazones, tolerar, aceptar al otro/a, buscar coincidencias y alejar de nuestra acción cualquier tipo de violencia y discriminación. Que el Dios de la Vida nos una por fin en una sola familia humana.
(Imagen vía Wikypedia)
1 Comment
Ami
21/07/2019
Cuandose celebra
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