Presentados los estándares de enseñanza religiosa escolar

Comisión Episcopal de Educación y Cultura de la CEE.

La Eucaristía presidida por Mons. Fausto Trávez Trávez, Arzobispo de Quito, dio inicio a la presentación oficial de los estándares de enseñanza religiosa, aprobados por la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. El acto se celebró hoy jueves 27 de marzo, en la Iglesia del Colegio Femenino Spellman y contó con la presencia de Mons. Antonio Arregui, Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

En el campo académico, la exposición central corrió a cargo del Mgt. Oscar Armando Pérez, de la Conferencia Interamericana de Educación Católica, CIEC. Durante su intervención, el Mgt. Pérez presentó un diagnóstico claro de una niñez y una juventud que vive tiempos que están más allá del posmodernismo. El mundo afectivo y emocional de nuestros educandos está en crisis: siente la soledad; en muchos casos, se presenta una baja autoestima.

Además, los medios de comunicación, y la cultura en general, convierten a nuestros estudiantes en meros “clientes” del consumismo. Por otro lado, sus metas no son claras y carecen de referentes. También debemos tomar en consideración el maltrato que en muchos casos sufren en la propia familia o en el colegio, y también en el entorno social en que se desenvuelven. ¿Qué hacer, o mejor, cómo educar a esta niñez y juventud? ¿Bajo qué parámetros –estándares– podemos seguir evangelizando y educando cristianamente a nuestra niñez y juventud?

La respuesta la entrega la CEE, definiendo los estándares por los que correrá, a partir de ahora, la educación católica en Ecuador. Son parámetros amplios, que responden a esta nueva era, en donde hemos globalizado la indiferencia. Una idea poderosa, heredada del papa Francisco, alumbra estos nuevos estándares: la alegría. Esa alegría nos lleva a conocer la música que les gusta a chicas y jóvenes. Esa alegría pasa por aceptar su moda, sus referentes, sus héroes.

Los estándares amplios que propone la CEE tienen que formar, más que educar. Formar un sentimiento, una responsabilidad, una vivencia ética y axiológica –valores–, que rompa el individualismo actual e invite a la solidaridad y al verdadero amor cristiano; una formación moral que supere la competitividad y la superficialidad, e impulse a la juventud a construir su propio destino alumbrada por la Luz del Evangelio y la Palabra de Dios.

Los nuevos parámetros para la educación católica piden a las y los docentes que tienen a su cargo las clases de religión que aprovechen las experiencias propias de las chicas y chicos de hoy para hacer frente a una cultura de consumo, a una vida epidérmica y hedonista –el placer por sobre todo–, a una falta de compromiso con la comunidad. Que frente a la erotización y la crisis de roles sexuales se presente el camino del amor y el cuidado de sí misma/o.

Tenemos la plena seguridad de que el haber sentado los estándares educativos es una respuesta que necesitábamos urgentemente para abrir el campo educativo religioso estudiantil; sólo así podemos renovarlo, situarlo en el mismo andarivel en el que andan hoy nuestros educandos y, así, poder dar verdadero sentido a un proceso educativo que tiene como sujetos y actores a lo más valioso de nuestra comunidad: la niñez y la juventud. Que la Luz del Espíritu Santo ilumine los corazones y las conciencias de nuestros maestros y maestras, para poder así generar un mejor Ecuador, una Iglesia más joven y una fe capaz de transformar la realidad y construir un mundo mejor.