Alentado por el afán de ser comprendido por todas y todos los hispanoamericanos, el Papa ha recurrido a palabras y términos propios del lunfardo (jerga de Buenos Aires), a ciertas palabras porteñas muy populares y a neologismos inventados por Él mismo.
Ha llamado tanto la atención el que Su Santidad emplee estos términos, que un discípulo suyo (hablamos literalmente) se ha dedicado a “traducir” estos términos, nunca escuchados antes en la Voz de un Pontífice.
¿De qué términos “extraños” empleado por Francisco estamos hablando? Pues de palabras y términos como «primerear», «balconear», «ningunear», «pasarse de rosca», «pescar una idea», «hacer lío», «chamuyo de Dios», «empacharse», «rosquear», «sacar el cuero», tener «cara de vinagre», «salir de la cueva» o cuidarse de los «mercachifles».
Estas palabras y términos han dado comienzo a una especie de saga recién llamada «la jerga de Bergoglio» o “bergoglismos”. Hay quienes sufren, porque no comprenden qué dice el Papa; pero somos más los que gozamos, porque Él nos habla como cualquier mortal, como uno más de nosotras y nosotros. Quienes más se alegran son sus compatriotas, sobre todo aquellas y aquellos que ya lo conocían y sabían que Él habla así desde hace muchos años.
En su ejemplar modestia y sencillez, el Papa a veces pide disculpas a sus escuchas por emplear estos términos tan suyos, tan porteños, tan del pueblo. Es que no siempre es fácil interpretar bien sus palabras. Por ejemplo, siendo Obispo, les pidió a sus sacerdotes que fueran como la Virgen Santísima, “una mujer callejera”, refiriéndose a que hay que andar en la calle, como lo hizo la Virgen María, acompañando siempre a su Hijo.
Y sabemos que ahí no va a parar esto: el Papa Francisco quiere renovar, quiere llegar, quiere acortar distancias, y el lenguaje que está empleando es el apropiado, porque todas y todos comprendemos por qué lo utiliza. De manera que, parodiando a Su Santidad, a ponerle ñeque al camello, a no ser malitos y no dejar al Chulla Papa hacer la fuerza, simón, adelante con esta Iglesia flamante: ¡con el Taita Francisco… adelante!