Un año más, la Campaña de Múnera nos convoca a todos los miembros de la gran familia eclesial, a fin de que podamos ejercer nuestra solidaridad con los hermanos más necesitados. Fe y Caridad están ahí, presentes y entrelazadas, manifestando con fuerza que no pueden vivir la una sin la otra. Una fe sin obras es una fe muerta.
Y una caridad vacía de fe se convierte en una mera filantropía ajena al proyecto de Jesús. A este proyecto, de construir un mundo fraterno y solidario, en el cual todos seamos hijos y hermanos, nunca podremos renunciar.
El Concilio Vaticano II nos lo recordaba hace cincuenta años de forma muy hermosa: las alegrías, las tristezas, las esperanzas de los hombres, son las nuestras. Y es que un cristiano consciente, comprometido con la realidad, no puede estar ausente de la vida y menos del dolor de sus hermanos. Nuestra sociedad ecuatoriana, más allá de la propaganda oficial y de los discursos políticamente correctos, todavía encierra en su seno bolsas de pobreza, carencias, injusticias e inequidades evidentes. También el Año de la Fe nos convoca a vivir la presencia de Dios presentes nosotros mismos en la realidad humana. No es el nuestro un Dios ausente, alejado del hombre, sino un Dios presente y encarnado en la vida y en la historia, un Dios Hermano y Compañero de caminos y de luchas a favor del bien, de la ética, del desarrollo integral de personas y de pueblos.
Les deseo a todos, una Semana Santa llena de esperanza.
Ojalá que sepamos alimentarla en el propio corazón. Pero, también, que sepamos sembrarla, a la luz de la Pascua, en el corazón de nuestro pueblo. Es el deseo de cuantos formamos la Pastoral Social Cáritas del Ecuador, de cuantos caminamos en nuestras parroquias y comunidades convencidas de que Cristo vive en las entrañas del que es capaz de creer y de amar.
¡Feliz Pascua de Resurrección, hermanos!
+Julio Parrilla Díaz
Presidente de Pastoral Social Cáritas Ecuador